miércoles, 17 de marzo de 2010

Guatemala. El lejano Sahara quiere acercarse


La República Democrática Árabe Saharaui vive un diferendo territorial con Marruecos. En su búsqueda por la independencia han solicitado a Guatemala que los reconozca internacionalmente como un país independiente. Conseguirlo no será fácil.

EL PERIODICO DE GUATEMALA. Por: Marta Sandoval
En el inacabable desierto árabe dos o tres árboles, que parecen haberse equivocado de sitio, se alzan con sus ramas desnutridas y sus crestas raquíticas. Las cabras no los desaprovechan y suben, una pata detrás de la otra, por aquel enredijo de palos frágiles que apenas soportan su peso. En la copa se acomodan como si fueran pájaros, se dedican a comer las hojas y a buscar con la nariz las semillas. Es el Sahara Occidental, un sitio casi inhóspito donde sobrevivir requiere de talento, audacia y sobre todo de esfuerzo. Como las cabras, los saharauis, los habitantes de la zona, han tenido que ingeniárselas para sobrevivir. No sólo por lo complicado del clima, sino por las constantes disputas territoriales que han vivido.

Hoy han formado la República Democrática Árabe Saharaui, (RASD) que intenta independizarse y que mantiene desde hace treinta años un diferendo por el territorio con Marruecos. La intención de los saharauis es obtener todo el reconocimiento internacional posible. Hasta el momento 80 países los han reconocido como una nación independiente. Guatemala no es uno de ellos.

“Hubo un reconocimiento en 1986, pero después nunca se hizo oficial”, explica Mohamed Abdelkader, un diplomático saharaui que se encuentra en Guatemala para buscar un acercamiento entre las dos naciones, “Guatemala es la excepción en la región; desde México hasta Panamá todos los países reconocen la RASD”, agrega.

En 1986 el entonces presidente Vinicio Cerezo se encontró con el mandatario Saharaui en Venezuela y se solidarizó con su causa; habló de reconocer a la República ante la ONU pero nunca se concretó. En el Ministerio de Relaciones Exteriores no quedó ningún documento que avalara el reconocimiento, y tampoco hay planes para emitirlo pronto. “Guatemala es muy respetuosa del derecho internacional y no quisiéramos pasar por encima de Marruecos porque tenemos unas muy buenas relaciones con ellos”, explica José Raúl Morales, de Cancillería. “Uruguay fue el último país en reconocer al Sahara y la verdad Marruecos hizo una declaración bastante fuerte y nosotros no tenemos necesidad”.

Abdelkader, no se da por vencido, en los primeros meses del año ha conseguido abrir 20 oficinas diplomáticas, siete de ellas en América Latina.

Una historia de sobrevivencia
El desierto del Sahara es un territorio enorme que atraviesa toda África, su extensión es mayor a la de Estados Unidos. Hay dunas que alcanzan los 180 metros y las fuentes de agua son escasas. En el occidente de este desierto está la República Saharaui, intentando convertirse en país.

La República Democrática Árabe Saharaui es un paréntesis en África. Son árabes, pero hablan español y en su territorio hay más iglesias católicas que mezquitas. Se sienten la “familia hispana en África”.

Primero fueron colonia española, pero en 1976 España decidió abandonar el territorio en manos de Mauritania y Marruecos. Lo que los saharauis buscaban era la independencia y por ello se negaban a ser mauritanos o marroquíes. Fue una guerra dura y cruel, donde muchos saharauis se vieron en medio de dos fuegos, el de Marruecos por el norte y el de Mauritania por el sur. No había a dónde huir, la única salida posible fue Argelia, donde llegaron como refugiados. Siguen allí; cerca de 175 mil saharauis viven en condiciones de extrema pobreza en los campos de refugiados. Mientras el Frente por la Liberación de Saguía el Hamra y el Río de Oro (Polisario), el movimiento independentista del Sahara, logró vencer a Mauritania y recuperar parte del territorio. En 1979, Mauritania renunció a la zona. Pero no pudo con Marruecos que hoy en día posee el 60 por ciento del territorio y lo reclama como propio. Lo peor para los saharauis: la tierra que quedó en poder de Marruecos es la más rica, allí están las minas de fosfato, el Río de Oro y el banco de peces más grande del mundo.

Para evitar que los refugiados saharauis regresaran, y a fin de frenar los ataques del Polisario, Marruecos levantó un inmenso muro entre la zona ocupada y la liberada. Es una sofisticada construcción de concreto que mide casi 3 mil kilómetros de longitud. Cada 15 kilómetros tiene un radar que detecta artillería cercana, sus cercanías son campos minados, para que los saharauis no puedan acercarse. Por si fuera poco, a sus alrededores hay más de mil soldados vigilando. Se estima que mantener este muro le cuesta a Marruecos cerca de un millón de euros diarios, aunque su costo real nunca ha sido revelado.

Detrás del muro quedaron las minas de fosfato y el río repleto de peces que hace años beneficiaban a los saharauis. Del otro lado, el que lograron liberar, sólo hay arena, cabras que se comen los pocos árboles y pequeñas ciudades que empiezan a tomar forma. La República saharaui vive principalmente de las remesas que envían los migrantes, y de la producción de ganado ovino y caprino.

La guerra lleva ya más de 30 años y aunque ha cesado el fuego no parece avistarse un acuerdo. En 1991 la ONU formó una comisión especial para solucionar el problema, la MINURSO (Misión de las Naciones Unidas por un Referéndum en el Sahara Occidental). El plan de la ONU era realizar una consulta popular para que los saharauis decidieran si querían ser independientes o ser parte de Marruecos; se proyectaba hacer la votación en 1992, pero no se logró, los 2 países no consiguieron ponerse de acuerdo en torno a la elección de los votantes. Marruecos quería que todos, marroquíes y saharauis, votaran y el Polisario pretendía que lo hicieran sólo los habitantes de la zona en disputa. Desde entonces se han hecho decenas de propuestas, desde convertir a la República saharaui en una comunidad autónoma de Marruecos, hasta volver a ser parte de España. Ninguna ha prosperado.

El lejano mundo árabe
Guatemala tiene 37 embajadas en todo el mundo, sólo una de ellas está en un país árabe: Egipto. Y en Guatemala sólo un país árabe tiene una sede diplomática: Egipto. “El mundo árabe tiene tanto que ofrecer”, dice Abdelkader, “Nosotros somos el segundo país de habla hispana en África y el único en el mundo árabe. Por lo tanto podemos ser la ventana de este mundo al otro. Nuestra geografía nos pone más cerca de los países latinos que del mundo árabe, estamos a cuatro horas de Brasil, a cinco horas de Cuba”, explica. “Si nuestro país resuelve sus problemas vamos a acercarles más el mundo árabe y eso es un potencial. América Latina lo único que tiene cerca es Estados Unidos, es su único mercado, y necesita otros recursos, otros mercados y el Sahara puede serlo. No hay barreras, ni de idioma, ni de religión ni de ningún tipo”.

“La causa saharaui es una causa justa”, opina el ex canciller Edgar Gutiérrez, “el pueblo de Guatemala podría identificarse y ser amigo de ellos. Son una ex colonial española y compartimos idioma y cierta afinidad cultural”.

Los Saharauis vivieron primero bajo las restricciones de Francisco Franco, “no dejaba viajar solas a las mujeres y les quitaba muchos de sus derechos, para nosotros eso era duro, porque somos una sociedad matriarcal”, explica Abdelkader.

Luego, cuando España abandona el territorio pasaron a poder de Marruecos donde las mujeres deben llevar velo y estar supeditadas a las decisiones de los hombres. “Eso también ha sido muy difícil nosotros creemos en el valor de la mujer. El islamismo no pudo incrustarse en el Sahara porque nosotros rechazamos la dominación y el control”, agrega.

Sin embargo, los representantes saharauis no han llegado a ningún acuerdo con Guatemala. Nuestro país no los reconoce, entre otras razones por la cercanía que tenemos con Marruecos. “Desde 1971 mantenemos relaciones con ellos, el primer ministro vino aquí hace 2 años. Ellos apoyaron mucho a Guatemala en el seno de la ONU y hay una visita pendiente que tiene que hacer el canciller”, explica Magda López Toledo, encargada de relaciones con África, Asia y Oceanía de la cancillería guatemalteca. “Marruecos nos compra cardamomo y algunas cosas, no es algo significativo, los nichos de Guatemala están sobre todo en Estados Unidos, México y la misma Centroamérica”, agrega.

“Para ser pro saharaui no hay que ser enemigo de Marruecos. México tiene excelentes relaciones con los dos, en el D.F. hay embajada saharaui y embajada marroquí”, advierte Abdelkader.

Sin embargo hay otras razones, más allá de la relación con Marruecos que detienen a Guatemala. “Lo reconocen los países de la Alternativa Bolivariana para las Américas (Alba), entonces tenemos que ser muy prudentes porque no queremos dar una apariencia de lo que no somos, porque Guatemala no está en esa tendencia”, argumenta Morales. “Hay que recordar también que Guatemala tiene una candidatura al consejo de seguridad de las Naciones Unidas, en la siguiente asamblea general va a ser la elección y Guatemala tiene que ser muy prudente en los reconocimientos que haga afuera, porque cualquier desbalance que tengamos en política exterior no los cobran en la elección”.

“Yo creo que han mal informado al presidente Colom”, piensa Abdelkader, “le han hecho creer que esta es una situación similar a la de Belice, pero no es así, porque Guatemala reconoce al gobierno de Belice y ha optado por la vía del diálogo, cosa que no ha hecho Marruecos”.

Edgar Gutiérrez piensa que Guatemala “tiene reservas por que se ha hecho el simil con Belice. Pero para mí eso no es válido, son distintas situaciones”, opina.

Si el Sahara consiguiera la independencia sería quizás el país más rico de África. Sus habitantes son menos de medio millón y el terreno, que actualmente ocupa Marruecos, es rico en fosfato, hidrocarburos y el río está lleno de peces.

“Guatemala puede hacer por nosotros lo que ha hecho para otros, como Israel. Es algo ético, moral”, cuenta Abdelkader, “en materia económica no pedimos nada, pero sí podemos ofrecer, podemos facilitar a Guatemala las inversiones en África”, concluye.

“A Guatemala le convendría porque los saharauis tienen a toda África, a excepción de Marruecos, de su parte y esa puede ser una puerta de entrada para establecer relaciones diplomáticas y comerciales”, explica Gutiérrez.

La cancillería lo ve difícil, hay muchos intereses en juego. “Reconocemos la causa del pueblo Saharaui y por eso esperamos una resolución favorable para todos, pero en el marco de las Naciones Unidas”, dice Morales. “Lo vamos a reconocer hasta que la ONU emita una resolución para este conflicto”.

A pesar de las adversidades los saharauis sobreviven. “Es un desierto y las condiciones son duras. Pocos animales pueden vivir allí, la temperatura puede llegar a los cincuenta grados”, relata Abdelkader. “Sin embargo los saharauis ya comprobamos que se puede vivir allí. La adaptación del ser humano y la voluntad son grandes, y a nosotros lo que nos sobra es voluntad”.

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